martes, 27 de abril de 2010

A propósito del respeto

Siempre que inicio mi clase de ética, pregunto a mi auditorio: un valor que guía su vida? Y la respuesta invariable es: "respeto".
Ello es bueno y me anima, pero luego, cuando empezamos a desentrañar el concepto, éste se queda en algo así como "yo te dejo vivir y tú haces lo mismo conmigo", muy cercano al "yo no me meto en tu vida y tú tampoco en la mía".
A propósito de ello, no puedo borrar de mi mente la imagen que nos trajo un canal de noticias de la niña en España que se niega a ir a la escuela con la cabeza descubierta, por motivos religiosos. No me impresionó tanto la imagen de la niña con la capucha de la chaqueta que reemplaza el turbante, si no las tres amigas que entraban con ella al colegio, quienes llevaban la cabeza descubierta y el cabello suelto. A riesgo de excederme en el ejercicio de la imaginación, me atrevía a pensar que ellas decían calladamente esa frase: "yo no haría algo como lo que tú haces, pero te respeto, haz lo que quieras y no me obligues a hacer algo parecido".
Esa actitud de entrar al colegio, acompañando no sólo a una persona sino una opción sin ser parte de ella, es la que me impresiona, esa es la expresión actual del respeto.
Y dicho lo dicho, que me parece positivo, pasé a hacerme la siguiente pregunta: cuál es el límite? podemos respetar aquello que atenta contra los valores más elementales, desde esa comprensión de que respetar es "dejar hacer"? No queda un poco "chato" el concepto de respeto cuando de poner un límite a una actitud que atenta contra los derecho colectivos fundamentales se trata? Pero... quién decide que ello es así y en nombre de qué? de la sociedad? del pueblo? de alguna virtud pública?